Hurto de la Chicha

Llegando el mes de marzo, se escuchan por doquier, en los campos chilotes, los sonoros compases que producen largas varas, impulsadas por mocetones, que muelen manzanas en un dornajo. Los fuertes golpes de las varas reducen las jugosas frutas a una papilla que se exprime en canastos especiales, para así obtener la preciada chicha.

Esta forma tan primitiva de extraer el zumo de las manzanas a fuerza de palos, llamada “la Maja”, está aún en boga, en algunas localidades chilotas y es además, uno de los tantos motivos de trabajo colectivo y gratuito, que cuenta con la cooperación de amigos y vecinos.

En épocas pasadas, una vez llegada a su término la mencionada faena, aparecía bruscamente un grupo de enmascarados, que aviva fuerza, intentaba apoderarse de la chicha recién obtenida. Se desarrollaba entonces, una verdadera batalla entre los asaltantes y defensores de la chicha. Combate ficticio, pero que no obstante, dejaba un saldo importante de contusos, correspondiendo siempre el triunfo a los defensores.

El simulacro de hurto, del fruto obtenido de la cosecha fue una práctica muy común en diferentes pueblos de la tierra; con cuya trama, parece querían demostrar o estimular el triunfo de las fuerzas productoras de la Naturaleza, frente a los espíritus del mal causantes de la miseria, destrucción y hambre.

En el caso particular de la chicha, parece que el triunfo de sus defensores la protegía al mismo tiempo contra el daño que podrían ocasionarle las fuerzas malignas de los espíritus, representados por los sujetos cubiertos con máscaras, a quienes, con estacazos y garrotes se debía alejar o destruir.

Si bien, como ya indiqué, la fabricación de la chicha de manzana se hace todavía, en algunos sitios, en su forma primitiva; la ceremonia del “Hurto”, ha desaparecido totalmente de las costumbres chilotas y sólo gente muy antigua, recuerda haber oído contar alguna vez, esa interesante y brusca ceremonia.