El Caballo Marino

Caballo Marino

Los Brujos constituyen parte muy importante en la tripulación del Caleuche necesitan para llegar a ese «Buque de arte», de un vehículo especial que se llama «Caballo Marino».

Siendo hombres voladores, los brujos podrían llegar a su barco por el aire utilizando su chaleco volador, el Macuñ o transformados en algunas de las múltiples aves, lo que suelen hacer con frecuencia; pero la reglamentación de la brujería, por razones de ignoro, les ordena que sólo puedan integrarse como tripulantes del Caleuche, llegando sobre el lomo del Caballo Marino.

Cuando el brujo necesita del mencionado medio de transporte, se acerca a las orillas del mar, pocos minutos antes de la medianoche y desde ese lugar, lanza cuatro silbidos especiales. Apenas escuchando el último silbido, aparece jadeante el Caballo Marino; parecido a un caballo corriente, pero de largo hocico, con patas en forma de aletas y una firme cola propulsora, semejante a la de los peces. Se acerca al brujo con cierta desconfianza, éste lo lanza con una cuerda hecha de sargazo y le palmotea las ancas, con lo cual, el animal entrega sumiso el suave lomo. En cuanto siente el peso del brujo que cabalga, se desliza veloz, cortando la superficie del Caleuche, que navega a cierta distancia.

Los caballos marinos, sólo visibles por los miembros de la brujería, habitan en gran cantidad en el mar, nacen en los dominios del Millalobo, en el océano pacífico, frente a la costa occidental de la Isla de Chiloé. Se alimenta de algas marinas, especialmente de luche y cochayuyo que les transmiten su color verdoso amarillento obscuro.

Cada brujo dispone de uno o más caballos. Los hay pequeños, para servicio individual y de mayor tamaño, para uso colectivo; los más grandes pueden transportar una directiva completa de brujos, integrada por trece miembros. Son muy fieles con sus amos y están siempre alerta a sus lamados.

Durante los recorridos del Caleuche, por las profundidades del mar, los brujos elijen los caballos de su agrado y les colocan su marca, acto en el cual, al animal queda permanentemente a su servicio.

Los caballos marinos viven sólo cautro años y tan pronto mueren, sus cuerpos se transforman en una especie de gelatina, que rápidamente se disuelve en las aguas salobres del mar, integrándose, en igual forma que los seres de la tierra, a la madre creadora.

Los orígenes de este mito, son difíciles de determinar, podría tratarse de una mala traducción del nombre del mito al castellano y por lo tanto, no correspondería exactamente al caballo traído por los españoles y que no existía en Chiloé, sino a otro tipo de cabalgadura. O la idea pudo haber nacido, al contemplar la aleta de un animal marino, que a la distancia y con un poco de imaginación, simula llevar a un jinete en el lomo; he aquí otra interesante incógnita, para los interesados en problemas de este índole.