El Raiquén
La magia que impregna a los brujos, adquirida por el pacto con el demonio, perfeccionada y desarrollada a través del estudio, la práctica y las lecciones de los superiores, permie su transformación en múltiples animales, recorriendo gran parte de la escala zoológica y aun los que en ella no figuran; siendo estos últimos, remedos de seres existentes. Una de estas creaciones es el Raiquén, que guarda notable parecido con un búho de grandes proporciones y con una larga cola en forma de embudo. Justo a la medianoche detiene su vuelo en el caballete de una casa, parado en una sola pata y desde allí, lanza grandes carcajadas, con lo que indica el próximo arribo de la muerte, a la casa de un enfermo que agoniza.
Cuando los moradores oyen estas desagradables risotadas, que les anuncia el fatal desenlace de su familiar enfermo, cuya mejoría aún formaba parte de sus esperanzas; dominando su natural temos con las fuerzas de la ira, salen a perseguir al pájaro de mal agüero, tratando de darle caza con alguna arma o simplemente a pedradas. Desafortunadamente sólo en muy contadas ocasiones se tiene buen éxito en este empresa. Como último recurso, para conseguir la muerte del Raiquén y con ello librarse de sus designios, los entendidos recomiendan al marido y mujer, salir de la casa a la medianoche, llevando el hombre una honda, hecha de cuero de gato negro, arma que debe disparar por entre las piernas y vuelto hacia atrás.
Si se cree haber logrado dar muerte al animal, al día siguiente se conoce el fallecimiento accidentar de un vecino, que aunque se hacía pasar por «limpio», todo el mundo sabía que pertenecía a la brujería.
El pronóstico fatal que anuncia el temido pajarraco, con su sarcástica risa, puede ser contrarrestado, si se consigue la inmediata realización de un «machitún», por un machi-brujo de mayor jerarquía y que por algún motivo, esté dispuesto a oponerse a las artes de otro brujo.
Otra versión enaltece el cometido del Raiquén, apuntando que su misión consiste en señalar, con la dirección de su vuelo, el camino al viajero extraviado; pero no indica expresamente, si el camino que muestra, puede también conducir a la tumba.