El Threguaco

En las cercanías del lugarejo de Llaldad, en el extremo sur de la Isla Grande de Chiloé, se asegura la existencia de una laguna encantada. Cuando hasta dicha laguna, acude una muchacha, en busca de agua y recita en sus orillas un determinado romance; a medida que ella avanza en su discurso, al agua se va alejando, escurriéndose hasta formar un caudaloso río que se vacía en el mar. Una vez seca por completo la laguna aparece en lo que fue su centro, el Trehuaco (de trehua=perro y co=agua), un animal muy hermoso, semejante a un perro de obscuro pelaje, de tan
firme contextura, que impresiona tener fuerza extraordinaria. El animal corre a gran velocidad hasta el sitio donde se encuentra la muchacha, para recibir las múltiples caricias que ella le prodiga con generosidad.

Después de transcurrido corto tiempo, el animal se aleja de la muchacha y en el montículo más cercano lanza roncos aullidos; las aguas de la laguna regresan presurosas a ocupar el sitio primitivo, como si acataran sumisas las órdenes impartidas por un severo amo y en las profundidades de ellas, desaparece la figura del Trehuaco.

La muchacha contempla melancólica el lago unos instantes y como despertando de un sueño y transportada misteriosamente por los aires, se encuentra frente a la puerta de su casa.

Cuando extraños sorprenden la escena que se desarrollaba entre la muchacha y el Trehuaco, éste desaparece como por arte de magia.

El Trehuaco, nos dice uno de nuestros informantes, un anciano centenario, es un emisario del Millalobo, que tomaba las formas de un animal terrestre para fecundar a las mujeres. De todas maneras, vemos en este mito cómo la hembra delicada y sutil atrae con su encanto, a la fuerza masculina, capaz de movilizar las aguas, donde se desarrolla la vida. En cierto modo sería comparable a Incubo, de la mitología europea.

También podría referirse este mito, a casos aislados de bestialidad, o a otra versión del Camahueto, el Thrauco, etc.