El Basilisco
En alguno de los tantos viajes al fondo del “corral”, donde se ubica el gallinero y con el objeto de recolectar los huevos, se suele encontrar la “niña” supersticiosa, un pequeño huevo, de aproximadamente un centímetro de diámetro, redondo, de cáscara gruesa y rugosa, color blanco grisáceo. Con miedo y sumo cuidado, lo lleva hasta el fogón para quemarlo, ya que se trata nada menos, que del “Huevo Basilisco”.
Este pequeño huevo (producto de una gallina vieja o cansada), se supone puesto por un gallo o gallina de caracteres sexuales no bien definidos, debe ser lanzado, de inmediato al fuego, única forma posible de conseguir la destrucción del germen maléfico que encierra en su interior y que una vez desarrollado, no tiene compasión por nadie. Al no proceder a incinerarlo y abandonado a su propio destino, en el transcurso de corto tiempo, da nacimiento a un pequeño monstruo implacable, “el Basilisco” o “Athrathrao” (de acham=gallina). Animal que posee rasgos de ave y de reptil al mismo tiempo. Tiene cabeza de gallo, con cresta roja escarlata, sujeta por un cogote largo y ondulante, que recuerda a una culebra. De su minúsculo cuerpo, en forma de ave con pequeñisimas alas, brotan dos cortas patas, con las cuales prácticamente no puede andar, sino sólo reptar.
Durante el día, está oculto bajo el piso o “enraje” de la casa en donde mora; pero al llegar la noche, cuando terminan los múltiples quehaceres y el silencio ocupa los rincones del hogar, el Basilisco sale de su escondite emitiendo un monótono canto, parecido al del gallo, cuando llama a sus polluelos a comer, canto que tiene la magia de hacer más profundo el sueño de los durmientes y de adormecer a los que aún permanecen despiertos. Avanza hacia uno de ellos, les inhala los alientos, le succiona la flema y le ingiere sus esputos.
La víctima elegida, pierde el apetito y va enflaqueciendo, pese a los prolijos cuidados de sus familiares; lo atormenta fuerte y persistente tos y una intensa palidez invade su rostro. La profunda adinamia y la cortedad de aliento, anuncian su próxima muerte.
Uno a uno, van enfermando y muriendo los moradores de la infortunada casa habitada por el terrible Basilisco; sólo podrían librarse de la dañina peste, ocasionada por él: prendiéndole fuego a la casa.
Este interesante mito, nos habla de la evolución y explicación dadas, en remotas épocas, a las enfermedades consuntivas, como el cáncer, la leucemia, y en especial las afecciones pulmonares crónicas y contagiosas; contra las cuales el machi nada podía hacer.
El hecho que el basilisco sea producto de un animal de sexo indefinido, indicaría el temor o repudio, hacia la actividad sexual de estos seres anormales.