La Coñieuma

(de Conin=parir o coñi=niño)

Los orgullosos árboles gigantes, que otora desafiando las alturas, elevaban sus majestupsas copas por encima de los otros árboles y aún más arriba, hasta tocas las nubes; hoy ya abatidos y muertos, no tanto por los años, que en su larga existencia eran apenas días y horas, sino por las manos y el afán de conquista del más destructor de los seres de la creación: el hombre. Los restos secos y roídos, casi cubiertos por los arbustos y el pasto, apenas asoman hoy, en dentellones irregulares.

En lo que fue parte de su potente corazón, se renueva la vida, que aparece en forma de hierbas, arbustos y pequeños árboles. O sirve de abrigo y guarida protectora a los animalejos.

Entre los labradore elegidos por la fortuna, el de mayos suerte, puede encontrar, una vez en su vida, en el interior de uno de sus troncos, una flor de belleza deslumbrante parecida a una azucena: es la madre, que al abrir amplaimante sus cuatro pétalos blancos, deja ver en su seno, otra flor más pequeña, deluminosos pétalos dorados, que proyecta suave luz en la penumbra de su escondite: es la hija, que como defensa, exhala un olor nauseabundo, para alejar al intruso que la observa; sin embargo, éste experimenta una fascinación tal, que permanece extasiado admirándola. Pronto se agrega a esta visión maravillosa, otra sorpresa: la pequeña flor, bella y delicada (es como una muñequita muy bonita, afirmaron mis informantes), inicia una serie de movimientos, emitiendo sonoros llantos, idénticos a los de un nuño recién nacido. Inmediatamente después, ambas desaparecen.

Una vez aquitado el nerviosismo que produjo en el espíritu del afortunado labrador, tal impresionante hallazgo y ya tranquilizada su inquietud; recuerda con felicidad suma, que estuvo contemplando a la Coñieuma, la extraña flor que señala con su presencia, el lugar donde existe enterrado un valioso tesoro. Efectivamente, muy pronto, el modesto y anónimo labrador se transformará en un acaudalado señor.

La Coñieuma, equivale a la diosa de los minerales, de otras mitologías. representa además, la fecundidad y la abundancia, y en este último aspecto, equivale al «Cuerno de Oro».

Similar representación tendrían los «Perros Gallos», perros plateados, con cresta de gallo, que se dice, guardan la entrada de un bosque, cerca del paraje de Trumao, en el cual existe oculto un valioso tesoro.