La Viuda
Los jinetes solitarios y su cabalgadura, siempre abrigan el temor de un encuentro, en algún recodo del camino, con la fatídica Viuda.
En la obscuridad de la noche, de pronto el caballo se encabrita y se niega a seguir su camino. Sólo continúa adelante, aguijonea por las filudas espuelas y rebencazos de su amo; mas, a poco andar, el caballo lanza fuertes relinchos y se desboca en alborotada carrera; guiado ahora, no por las riendas que mantiene en las manos el jineta, sino por la magia de la Viuda, que se encaramó en sus ancas. Ya no se detendrá, ni siquiera frente al próximo barranco, en donde se precipita, empujado, con fuerza titánica, por la Viuda: jinete y caballo encontrarán la muerte en el fondo de la quebrada.
Cuando los viajeros nocturnos escasean, por los caminos la Viuda se acerca a los poblados en busca de algún peatón transnochador y en estas ocasiones de deja ver, en alguna ventana iluminada. Los moradores son invadidos de intenso temor y confusión, el observar su horrible cara, de palidez cadavérica, con grandes ojos brillantes y movedizos y su cabellera tiesa amarrada con un velo negro que cae hasta barrer el suelo, junto a su largo vestido. Los varones más valientes, salen presurosos a perseguirla; la ven deslizarse sobre el suelo, con la velocidad del viento y es imposible alcanzarla si ella así no lo permite; en los despoblados tras algunos matorrales, se detiene junto a uno de sus perseguidores, para disfrutar con él las delicias del amor.El infortunado o afortunado, regresa a su casa aturdido, como ebrio, arañado en el rostro y en las manos, con ropas parcialmente descosidas y desabrochadas.
En estos últimos tiempos y marchando con los avances de la ciencia y de la técnica, se dice que la Viuda también se encarama a los automóviles, de volantes solitarios, especialmente si llevan algunos grados de alcohol en la sangre.
La Viuda, traduce el temor a la obscuridad de la noche y en este sentido sería semejante a Liliht de los babilonios o a Súculo de la mitología europea. Constituye además la explicación, de aquellos lamentables accidentes, aparentemente incomprensibles y que suelen ocurrir, en general, como consecuencia de una borrachera. Tratándose de lesiones menos graves, como los rasguños en cara y manos; sirve la Viuda de satisfactoria disculpa, ente las señoras desconfiadas y celosas.