Origen del Archipiélago de Chiloé
TENTÉN-VILU y COICOI-VILU
Tentén-vilu, diosa de la tierra y la fecundidad, fuerza creadora de los animales, vegetales, personajes mitológicos y en general de todo lo que en ella crece y fructifica, especialmente de los seres humanos. Espíritu bondadoso, que vela y protege sus dominios, de las siempre amenazantes invasiones del mar.
Coicoi-vilu, diosa de las aguas, origen de todo lo existente en ellas (semejante a EA, diosa babilónica de las aguas); enemiga de la vida terrestre, animal y vegetal, que desea incorporar a sus dominios, en el fondo de los mares.
El mito cuenta que hace muchos años, todo el territorio que hoy comprende la provincia de Chiloé, compuesta de una isla gran de y de un enjambre de medianas y pequeñas islas; formó, en épocas remotas, un solo cuerpo terrestre unido al continente americano.
Un aciago día y sin aviso previo, hizo su aparición el espíritu de las aguas, en forma de una culebra monstruosa, con cierto aspecto de animal acuático y que se conoce con el nombre de Coicoi-vilu (de Co=agua y vilu=culebra). Obedeciendo a su mandato, las aguas del mar, iniciaron un veloz ascenso, inundando las tierras bajas, los valles, los cerros; sepultando en sus profundidades a sus habitantes. Cuando las aguas amenazaban cubrir todo el territorio, se presento el espíritu protector de la tierra, en forma de un reptil o culebra, llamada Tentén-vilu (de Ten=tierra y vilu=culebra), iniciando un ataque contra su enemiga, al mismo tiempo que elevaba el nivel de las tierras y protegía a sus habitantes, ayudándolos a subir a las partes altas y a algunos hombres dotó del poder de volar o los transformó en aves, etc.
La lucha entre estas dos fuerzas, fue penosa y tenaz: elevando una, el nivel de las aguas y la otra , el de las tierras y ambas tratando de proteger, todo lo existente en sus respectivos dominios.
Después de una dura contienda, que se prolongó por largo tiempo y en el transcurso de la cual, ninguna de las dos rivales demostraba clara supremacía; la culebra Tentén, logró vencer a su enemiga: pero no en forma total y categórica, puesto que los campos de batalla no regresaron a sus límites primitivos, sino que las aguas sólo detuvieron su avance. Quedaron así los antiguos y fructíferos valles, transformados en golfos y los cerros y cordilleras en islas de tamaños diversos, separadas por intrincados canales, que dieron forma a un archipiélago de belleza incomparable.
Terminada la lucha, la serpiente Coicoi, dejó como representante y dueño absoluto de todos los mares y de lo existente en ellos, al Millalobo, nacido durante la inundación.
Esta es sin lugar a dudas, la leyenda de mayor relieve entre los mitos chilotes; ya que desde el acontecimiento que ella relata, esta nueva región, formada por agua y tierra, marcó la modalidad de vida, realmente anfibia, de los hombres que la habitan y por consecuencia de sus mitos, leyendas, ceremonias mágicas, etc.
Algunos investigadores afirman, que este mito no es propiamente chilote, sino que llegó desde regiones situadas más al Norte o Noreste. No voy a discutir la procedencia; pero si sólo fue incorporado a Chiloé, cayó con tal ajuste a su medida, que parecería haber sido ordenada su “confección exprofeso”.
Geológicamente hablando, el acontecimiento que cuenta este mito, se refiere a un cataclismo anterior, y ello lo prueba, en cierto modo, las características actuales del territorio. Basta mirar el mapa, para apreciar a primera vista, cómo el valle central de Chile, al llegar al extremo de la provincia de Llanquihue, se pierde o mejor continúa su trayectoria en el mar (Llanquihue= lugar hundido o donde se hunde). La cordillera de la Costa, se desmembra en multitud de islas. Formando un archipiélago.
Desde otro punto de vista, podemos ver en este interesante mito, una versión local del diluvio universal. O a la eterna lucha entre los dos principios en pugna: el Bien y el Mal, conceptos cuya apreciación depende del ángulo bajo el cual lo analicemos. Deseando, siempre el éxito triunfal de lo que llamamos bueno, y el sometimiento de lo que consideramos reino del Mal: la dualidad eterna, que explica todos los conflictos que envuelven a este atribulado mundo.