El Chihueld

Si bien este pajarillo existe, el mito se refiere a una variedad imaginaria. Se dice que tiene el tamaño de un zorzal con largas alas de borde aserrado, corto plumaje negro cubre su cuerpo excepto su pequeña cabeza redonda, poblada de larga cabellera y que termina en un hocico de ratón. Sus grandes ojos salientes lanzan una luz rojiza.

Hace su aparición, cerca de la medianoche, exhalando roncos gritos, vuela en ruta zigzagueante y siempre en la misma dirección; de modo que sólo se le ve ir pero jamás volver. Y como pasa varias veces, da la impresión que se tratara de numerosos ejemplares que van uno tras otro; pero realmente se trata de uno solo: que muestra el camino de ida sin retorno, por el que muy pronto, viajará el cadáver de uno de los vecinos del lugar, hacia el más allá definitivo.

Con sus misteriosos paseos, el Chihueld va quitando la vida, gracias a sus poderes mágicos, al elegido, quien, muy pronto abandonará para siempre este mundo.

Por su condición de pájaro de mal agüero, o vampiro o lo que sea, el Chihueld es un ave temida y muy odiada. A semejanza de su pariente europeo, el vampiro, sólo existe una forma de matar al Chihueld; ella consiste en enterrarle una aguda astilla de ciprés, untada previamente en una mezcla
preparadamachacandoenunmorterode“cancagua”, pequeños trozos de charqui de Invunche con aceite de lobo y tallos tiernos de chalota.

El hecho de ver sólo el viaje de ida, pero nunca el de vuelta de este pájaro, sin duda, permitió asociar su presencia con el temido viaje que todos emprenderemos un día, para no regresar jamás.