La Sembradora de Habas

El personaje central de esta ceremonia, recibe el nombre de “la Pilqueñtucular”, nombre bastante difícil de pronunciar, pero que interpreta muy bien el papel que desempeña la persona poseedora de semejante título (de pilqueñ= ropa vieja y tucular= sembrar).

Desde mis lejanos tiempos de estudiante en la Escuela Primaria de Achao, recuerdo que todos los muchachos campesinos, en la imposibilidad de regresar a almorzar a sus hogares, por razones de distancia a esa hora, extraían desde sus “bultos”, habas tostadas y remojadas, con las cuales saciaban su hambre, al mediodía. Otros solían agregar al menú trozos del “milcao”, o tortillas al rescoldo. Estampo este recuerdo, para ilustrar el hecho de que las habas constituyen un importante alimento para muchos isleños en Chiloé.

En varios lugares, la siembra de habas revestía en años pasados, caracteres de ceremonia muy especial y a cargo de una curiosa sembradora, “la Pilqueñtucular”. Las mujeres que se dedicaban a esta actividad eran escasas y muy solicitadas se suponía que sólo ellas poseían las artes mágicas indispensables, para que la siembra resultara productiva. Aún existe doña Soco (Socorro), en la localidad de Chaiguao, famosa en este oficio.

Llegada la luna a menguante, se viste a la sembradora, sobre sus harapos, con el máximo de ropas usadas posible y sobre sus espaldas curvas, se coloca un niño pequeño que no padezca enfermedad alguna. En esas condiciones debe regar las semillas en la tierra ya preparada. Durante su faena, debe proporcionársele alimento, a cada instante, para que en ningún momento experimente la sensación de hambre pues en caso contrario, la siembra resultaría improductiva.

Una vez terminado su trabajo su trabajo, la «Pilqueñtucular”, devuelve las ropas, que siempre le son donadas, ya que se las supone impregnadas de múltiples embrujos. Cobra sus honorarios, que suelen ser altos y se va a otros sitios a ejercer su oficio de sembradora.

La magia, con que la curiosa reviste su labor, hará que la siembra de habas grane con mucha abundancia.

Los aspectos fundamentales de esta ceremonia, se pueden apreciar, desde nuestro actual punto de vista, con bastante claridad; la presencia del niño sano y vigoroso, en la espalda de la mujer, transmite por vías mágicas, a las manos de ella, la energía vital necesaria con la que impregnará la semilla de las habas, antes de sumergirlas en la tierra. La ingestión de alimentos abundantes, tiene como misión conseguir que los granos sean bien desarrollados y la gran cantidad de ropa representa la vaina que debe ser firme para proteger con su potente envoltorio, el buen desarrollo del grano contra los elementos extraños.

Por otra parte, los vestidos y alimentos abundantes del ceremonial, en los que la sembradora insiste con marcado énfasis, son elementos destinados a su propio beneficio.