El Pitío

Con mucha frecuencia, los visitantes sorpresivos, suelen ser inoportunos y traen consigo situaciones difíciles o inconfortables, para los dueños de casa. La presencia de los inesperados, llega en ocasiones, cuando la casa está en desorden, por culpa de los chiquillos juguetones y traviesos; cuando ellas no alcanzaron a poner orden en sus vestidos, peinados, etc., debido a sus múltiples quehaceres o indiscretas indisposiciones. O cuando el esposo o el “hombre”, como es costumbre llamarlo, fue al pueblo a comprar las “faltas” porque en la casa “hacía libio” y en charlas y copetines, con los amigos, se olvidó adquirir muchos encargos de la lista de provisiones.

En auxilio de las dueñas de casa e indiscretamente de los mencionados visitantes, han llegado varios animales, entre ellos, una pequeña ave trepadora conocida con el nombre de “Pitío”. El Pitio es muy estimado en Chiloé, porque su canto anuncia con seguridad, la llegada de un visitante. Y no de un visitante cualquiera, sino de una persona importante, que llegará por primera vez a la casa. Las visitas de personas que ya han frecuentado ese hogar y que pueden considerarse “visitas corrientes”, las anuncia el gato, cuando se lame frente a la puerta de calle. En cambio, al oír el canto del Pitío, se tiene la certeza que en el transcurso de uno o dos días, llegará una persona sobresaliente por su calidad o dignidad y que antes no había pisado esas tierras. Pues bien, con este inequívoco aviso, se realizan los preparativos del caso, para recibir a tan destacado personaje, que sin saberlo anunció su llegada con protocolar anticipación. El Pitío, con su canto mágico, pone en antecedentes a los moradores del pronto arribo de un forastero; quien gracias a la inestimable colaboración de este pajarillo, disfrutará de la tradicional hospitalidad del pueblo chilote.

A propósito de este tema, un breve alcance: todos los pueblos de la tierra, han sido afectados, en mayor o menor grado, por el llamado “Complejo del Visitante”. El pueblo chilote, debe haber participado también de esta influencia; pero probablemente no con la integridad de los componentes del mencionado complejo lo que ocurrió sin duda, en regiones muy aisladas. Si en algunas participó de él, no lo fue en su aspecto genético y otros; sino que el sentido del intercambio emocional, en el interés que tuvo y tiene, por captar aspectos nuevos o distintos de comportamientos y de costumbres del forastero, para incorporar todo aquello que considere de valor e importancia y contribuya al mejoramiento y enriquecimiento de su acervo cultural.

Una anécdota a modo de ejemplo; después de una larga travesía como tripulante de un barco, al llegar a un puerto holandés, encargué a un personaje de esa tierra, que se ocupara de las compras, una botella del licor más típico de Holanda. Al regresar, grande fue mi sorpresa al poner en mis manos una botella de “Licor de Oro” bebida que hasta ese instante, creía era típica de Chiloé y más propiamente del pueblecito de Chonchi. Seguramente, de manos de algún pirata holandés, que ancló en esas tierras, se obtuvo la receta para preparar tan preciado licor que se continúa fabricando, como propio de la zona para gran deleite de todos.